Tuesday, March 25, 2014

Cronobiología


Este artículo fue provisto por una de las colaboradoras en el programa hace algun tiempo  aqui lo tienen para su información


CRONOEDUCACIÓN: LOS RITMOS DEL PROCESO DE ENSEÑANZA-APRENDIZAJE
Daniel P. Cardinali
Febrero 2005
NeuroLab Marín

Los ritmos biológicos existen en todas las formas de vida conocidas y son indispensables para su supervivencia.
El hábitat de casi todas las formas de vida que habitan nuestro planeta se encuentra sujeto a variaciones. Quizás la más universal de ellas sea la alternancia entre el día y la noche. Tan vital es para el ser humano esta alternancia, que el sol, la luna, el día y la noche, forman parte de las cosmogonías de prácticamente todas las grandes religiones.
Los seres vivientes han aprendido, con el correr de los miles de millones de años desde la aparición de las primeras formas de vida, a anticiparse a estas variaciones. Por ejemplo, antes del despertar los seres humanos experimentan una elevación de su presión arterial y temperatura corporal. De esta manera el organismo se prepara para las actividades de la vigilia.
Igualmente, la mayoría de las funciones corporales, por ejemplo el sueño o la capacidad de prestar atención a estímulos visuales, muestran variaciones diarias. Denominamos a estas variaciones “ritmos circadianos” (de circa cerca de y diano día).
Para que el organismo sea capaz de anticipar las modificaciones diarias del medio ambiente debe, de alguna manera, poseer algún mecanismo intrínseco que le permita medir constantemente el tiempo, una suerte de reloj interno. Diversas investigaciones en los últimos años han permitido saber que este reloj se encuentra en un agrupamiento de neuronas ubicadas en el cerebro: los núcleos supraquiasmáticos del hipotálamo. Así, aún en ausencia de estímulos lumínicos, por ejemplo en sujetos aislados en “bunkers”, las funciones orgánicas continúan variando rítmicamente.
Sin embargo el reloj interno es inexacto. Por ejemplo, en los sujetos aislados, el ritmo de sueño-vigilia se retrasa alrededor de 30 a 60 minutos por día, es decir, estos sujetos se acuestan a dormir 30 a 60 minutos más tarde cada día. Si estos sujetos se expusieran nuevamente al ciclo regular de 24 hs de luz-oscuridad, se “sincronizarían” a él. Tanto valor tiene esta sincronización que los individuos absolutamente ciegos muestran retrasos diarios en la hora de acostarse a dormir, llegando el periodo de sueño a coincidir completamente con el periodo regular de vigilia de sujetos sin problemas de vista.

Abierto las 24 hs los 365 días del año
Hoy en día no es infrecuente encontrar este anuncio en los comercios de nuestra ciudad. Desde sus albores, la sociedad occidental se ha empeñado en emparentar el sueño con la muerte, considerándolo como tiempo perdido, tiempo que se podría aprovecharse en actividades más útiles. El advenimiento de la electricidad y más recientemente de la televisión, la computación y la red global, Internet, han contribuido a generar una ciudad y una población que nunca duerme.
Sin embargo, el sueño tiene un valor restaurativo fundamental. Estudios llevados a cabo en los últimos cincuenta años han mostrado que individuos privados de sueño muestran signos de debilitamiento físico y mental. Más aún, la alteración de ciertos ritmos biológicos podría ser, en parte, la causa de graves enfermedades como la Hipertensión Arterial o la Diabetes Mellitus.

El proceso del aprendizaje está profundamente influido por el ritmo circadiano de sueño-vigilia
El sueño posee un rol importantísimo en el proceso del aprendizaje, ya que permite la consolidación a largo plazo de la memoria. Por ejemplo, luego de un aprendizaje se observan aumentos en la cantidad de horas de sueño. El sueño también reduce la fatiga diurna. Sujetos a los que se les permite dormir pero se los despierta durante el período de sueño a intervalos regulares, experimentan el día siguiente fatiga y déficit atencional.
Inmersos en una “sociedad de 24 horas”, los adolescentes muestran una tendencia a acostarse y levantarse más tarde que los adultos cuando les es posible, por ejemplo, en vacaciones, fines de semana o en los días en los que no asisten a la institución educativa. Esto conduce a una desincronización con el ciclo de día-noche, que no siempre llega a revertirse durante el periodo de asistencia a clases. En algunas ocasiones el grado de somnolencia diurna que experimentan estos adolescentes se acerca peligrosamente a la somnolencia que muestran individuos con serias enfermedades del sueño, como la apnea del sueño o la narcolepsia.
Es comprensible entonces que el adolescente sufra un déficit atencional moderado o severo durante la mañana, siempre en relación con la privación parcial de sueño en la noche anterior. Conforme avanza el día el nivel de atención va en aumento, llegando a su máximo cerca del momento de finalización de las clases.

Debemos avanzar hacia un aprendizaje basado en las capacidades del organismo
Como consecuencia de la alteración del ritmo de sueño-vigilia, muchos adolescentes experimentan bajo rendimiento académico. Si esto se perpetúa puede llegar incluso a la frustración y la incapacidad de trabajar por metas a largo plazo o con grandes riesgos de fracaso. Los cambios en el comportamiento podrían ser otro eslabón de esta cadena, que conduce a la violencia y desinserción en una sociedad que tiende a tomarlos como objetos de consumo más que como alternativa para el futuro.
Los avances científicos y tecnológicos de los últimos tiempos nos posibilitan hoy en día reconocer la necesidad de diseñar el proceso del aprendizaje en función de las necesidades y capacidades del organismo. El ritmo de sueño-vigilia debe ser uno de los pilares de la nueva arquitectura, que se sume a los valores tradicionales.

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